
Preguntas al
Todos los niños tragan aire en mayor o menor cantidad, dando esto lugar a hipo o «retortijones». En la mitad y al final de la comida es conveniente incorporarlo sobre el hombro y darle golpecitos en la espalda intentando que lo expulse.
Alrededor de los tres meses, el bebé iniciará una marcada salivación. Ello es completamente normal y no debe ponerle ningún producto en las encías.
No se debe iniciar hasta unos 2 ó 3 días después de la caida del cordón y cuando la herida esté seca. La temperatura del agua debe ser aproximadamente de 37,5° C. Antes de la caída del cordón, puede lavar al bebé con una esponja suave y agua templada. Emplee un jabón suave. Báñelo siempre antes de comer y no después.
Deben emplearse biberones resistentes al calor, irrompibles y sin esquinas. Es mejor que tengan una boca amplia porque son más fáciles de limpiar. Pueden encontrarse fácilmente.
No es necesario un horario muy estricto y cada niño suele hacerse uno propio que suele oscilar entre 3 y 4 horas. Deberá intentar que por la noche el intermedio sea mayor a fin de irle acostumbrando a dormir, cosa que también le beneficiará. Hay niños que son muy dormilones en principio, pero cuandocrecen un poco se les agudiza la sensación de hambre y se despiertan más a menudo.
El cordón umbilical tenía como misión aportar los alimentos necesarios durante el embarazo. En el parto se corta y se le coloca una pinza para que no sangre. Normalmente y por sí sólo se desprende al cabo de aproximadamente 1 semana.
Para curarlo sólo tiene que mantenerlo limpio y desinfectado con gasas limpias dos veces al día. Después de su desprendimiento siga curando el ombligo durante 2 ó 3 días más, hasta que no manche nada y la herida esté completamente seca. Entonces podrá retirar las gasas y la faja.
En ocasiones, esporádicamente, puede sangrar un poco.
Regularmente no se le debe dar el chupete. Sin embargo, es útil tener siempre uno a mano, estéril, por si es muy llorón.
El ritmo y color de las deposiciones suele ser un tema de consulta constante. Toda la familia está pendiente de este aspecto del bebé. En principio no debe dársele tanta importancia.
Después del nacimiento, las deposiciones son negras, luego verdosas o francamente verdes y más tarde amarillas. El número de deposiciones puede oscilar, desde una vez cada dos días hasta una después de cada comida. Normalmente, si su alimentación es natural, las deposiciones son más numerosas y menos consistentes que cuando se alimenta con lactancia artificial.
Durante los tres primeros meses es muy frecuente, por no decir casi constante, que el bebé tenga «molestias intestinales». Vienen expresadas por hipo frecuente, llanto después de comer, pequeños vómitos y «retortijones». A pesar, en ocasiones, de ser muy espectaculares no tienen ninguna importancia.
Es totalmente normal que a veces el bebé al hacer las deposiciones, haga esfuerzos, se le enrojezca la cara y llore.
Si el bebé presenta gran dificultad para hacer la deposición, puede ayudarle introduciéndole en el recto un termómetro, previamente recubierto de vaselina o con un supositorio de glicerina. No emplee laxantes.
Se puede considerar que un niño tiene diarrea cuando las deposiciones aumenten mucho en número y la consistencia sea menor de lo que en él es habitual. Si esto ocurre puede hacer lo siguiente:
a) si toma pecho, sopa de zanahorias entre las comidas.
b) si toma lactancia artificial, sustituir el agua por sopa de zanahorias. Si la diarrea fuera muy intensa, suspenda la lactancia artificial y dele durante unas horas sólo sopa de zanahorias, mientras localiza a su pediatra.
Preparación de la sopa de zanahorias:
Hierva dos litros de agua con medio kilo de zanahorias lavadas, peladas y cortadas a trozos hasta hacer un litro. Pase todo por la batidora. No conserve el agua de zanahorias más de 12 horas, ni la guarde en un recipiente metálico.
No le ponga almohada. El bebé no debe dormir nunca boca arriba, porque si vomitara podría aspirar hacia los pulmones parte del vómito. Lo mejor es colocarlo de uno u otro lado y especialmente boca abajo. Esta última postura le es muy conveniente al bebé porque así se refuerza la musculatura de la columna vertebral, al intentar levantar la cabeza. A muchos padres les preocupa en cambio, porque creen que el niño puede ahogarse contra la sábana, cosa totalmente imposible ya que tiene fuerza suficiente para girar la cabeza a ambos lados.
Es quizás el síntoma más frecuente de enfermedad en los niños, pero fiebre alta no siempre indica gravedad. De 37,8 a 38,5° C. puede interpretarse como febrícula, de 38,5 a 39,5° C. fiebre moderada y si es superior fiebre alta.
Cuando su hijo tenga fiebre, desabríguelo en una habitación que no haga frío. Cuanto más lo abrigue más le subirá la temperatura.
Casi todos los niños recién nacidos tienen fimosis y es normal.
El niño debe dormir en un lugar tranquilo, con una temperatura entre los 20-24° C. No emplee estufas de combustión (butano) para calentar la habitación. En un principio es recomendable que duerma con los padres o en una habitación próxima, aunque ésto último obligará a levantarse a la madre más a menudo.
Cada día debería reservar cierto tiempo para estar con su bebé, además del que le dedica al bañarlo, darle la comida, etc. Piense que también se aburre de estar todo el día en la cama. Cójalo y juegue un ratito con él por la tarde. Así estará más cansado y dormirá mejor por la noche. Procure evitarle demasiada excitación, ya sea a él directamente o en el ambiente en general (ruidos, televisión, etc.).
Hay muchos motivos por los cuales un niño llora. Todos ellos se resumen en uno: la Adaptación. Durante el embarazo estaba protegido contra muchos golpes, cambios de temperatura, luz y su alimentación se realizaba a través del cordón umbilical. Después del parto todo ha cambiado y debe adaptarse a la nueva vida. Durante este periodo que dura unas semanas, el llanto es la manifestación más frecuente, aunque el niño esté completamente sano.
La duración del lloro varía en cada niño y disminuye a medida que se hace mayor, tanto en frecuencia como en duración. El promedio de lloro de un bebé es aproximadamente de 80 minutos al día. La mayor parte del llanto ocurre en periodos cortos antes y después de la comida, o cuando se le baña. En bastantes bebés hay un tiempo de intranquilidad, generalmente al final de la tarde o por la mañana.
¿Qué hacer cuando un niño llora? Primeramente mirar si hay algo que le molesta: si está mojado, sucio, si tiene sed, etc. Durante unos minutos puede cogerlo en brazos y mecerlo para darle tranquilidad. Después déjelo en la cama y si continúa llorando, no lo vuelva a coger hasta pasados 15 ó 20 minutos, para repetir el proceso de tranquilizarlo.
No deje al niño llorar durante horas y horas sin prestarle atención, ni tan poco sea tan ansiosa que le preste demasiada. Si adopta una actitud racional, con calma y sin exageración, este periodo de adaptación se superará en algunas semanas sin ningún problema y evitará conductas anormales posteriores.
Los padres siempre quedan sorprendidos del número de pañales que gasta un niño. Para evitar emergencias hay que guardar siempre una buena provisión.
Cámbielos después de cada deposición o micción para evitar en lo posible la irritación de la piel.
Todos los recién nacidos pierden peso después del nacimiento, tardando a veces hasta dos semanas en recuperar el peso Inicial. Si no existe otra indicación expresa, lo mejor es pesar al bebé una vez a la semana: el mismo día, antes de la misma comida y desnudo. Debe aumentar como mínimo 150 grs. por semana.
Es mejor tener la báscula en casa que acudir ala farmacia. Si está tomando el pecho a veces es útil pesarlo antes y después de la comida, para comprobar que cantidad toma.
Durante los primeros meses, algunos niños tienen temblores cuando están excitados o al desvestirlos. Este temblor es sobre todo frecuente en la barbilla.
Es frecuente que los bebés tengan las manos y los pies fríos y azulados. Mientras tenga el cuerpo caliente el niño está bien.
La temperatura puede tomarse en la axila Ingle o en el recto. En este último lugar es más exacta, si se toma con cuidado. Se considera normal hasta 37,8° C. sin «descontar» nada. No es necesario tomársela habitualmente. No es recomendable emplear termómetros cutáneos que cambian de color.
El recién nacido no precisa ninguna vacuna hasta los dos meses de vida. Su pediatra le informará y se encargará de su administración.
